Aristóteles dedica dos extensos libros a la amistad y el amor, virtudes relacionadas con la justicia y esencialmente con `ese animal políticio que es el hombre´. la última parte de la Ética está dedicada a las discrepancias entre placer y virtud, para concluir en que la felicidad suprema consiste en la pura contemplación de la verdad eterna: Dios.
La política es para Aristóteles el fin y la culminación de la ética. Sólo en la polis, se halla el hombre en su forma perfecta y acabada, y sólo en ella puede hacer el bien en gran escala. Esta condición se da especialmente en la clase media, de modo que una ciudad a será la mejor gobernada.
Parece claro que la felicidad es el fin último al que aspira la vida humana. Pero ¿cuál es la verdadera esencia de la felicidad? A esta espinosa cuestión se enfrenta Aristóteles (384 – 322 a. C.) en la Ética a Nicómaco. Resultado de la selección realizada por su hijo Nicómaco con las notas que el propio autor utilizaba para sus lecciones en el Liceo, la obra resume las claves de la reflexión moral de su autor. Y aún más meritorio es el hecho de haber sido él quien, por vez primera en la literatura universal, aborda la disciplina como rama filosófica independiente. Para Aristóteles, la ética, ciencia de los hábitos y el carácter, no es un saber meramente teórico, sino que despliega una dimensión práctica en la búsqueda de la virtud, el bien más preciado por ser patrimonio del alma.
La Ética a Nicómaco es una de las fundamentales conservadas de la vasta producción de uno de los hombres más universales de todos los tiempos y países, Aristóteles. En ella va desgranando su pensamiento sobre la conducta humana. Aristóteles eleva la Ética a la categoría de disciplina filosófica. Profesada en el Liceo, destacan el carácter sistemático de conjunto y la firmeza de pensamiento. La felicidad es considerada como el fin supremo de la actividad humana. La obra recibe este título del propio hijo de Aristóteles, su primer editor (siglo IV a.C.).
Metafísica (en latín: Metaphysica, y este del griego: Tα Μετα Tα φυσικά [ta meta ta physika]) es una de las obras más controvertidas de Aristóteles. El nombre es post-aristotélico, generado por Andrónico de Rodas para denominar un conjunto de tratados dispersos y en cierta manera también disímiles. El objeto principal de la metafísica es errático, comprendiéndose tanto un aspecto ontológico como teológico que generará diversas interpretaciones acerca de la predominancia e importancia de uno u otro aspecto.
Una poderosa idea recorre y unifica la extensa obra conservada de Lucio Anneo Séneca,que abarca más de dos mil páginas: ¿cómo vivir una vida buena? Entre los tratados que dedicó al arte de vivir el sabio estoico reflexiona sobre la providencia, la constancia del sabio, la ira, la clemencia, la vida bienaventurada, la pobreza, el ocio, la tranquilidad de ánimo, la brevedad de la vida... siempre con un mismo hilo conductor: la vida buena, la vida cumplida y realizada, es la que se asienta sobre la razón iluminada por la verdad. Nada hay que temer más que a uno mismo, a la incapacidad de la vida sin temor. El hombre bueno es el hombre sabio, que se curte sufriendo lo que para otros sería un mal, vence las adversidades y, venciéndolas, se perfecciona.
El crepúsculo de los ídolos, la caída de los dioses, el ocaso de las apariencias… para Nietzsche, la tarea fundamental del filósofo es esta: devolver al hombre su derecho a la vida, a la existencia, demoliendo a martillazos los valores decadentes sobre los que se ha construido su civilización contranatura. Para Nietzsche, el gran error histórico de la humanidad es distinguir entre «apariencia» y «realidad». Cuando aceptamos que sólo hay un mundo, advertimos el error de vincular nuestros valores a otro mundo situado«más allá», que la religión ha utilizado para condicionar nuestra vida en el «más acá». Su filosofía vitalista es una respuesta a dos engaños: el platónico, para quien todo lo que hay en este mundo son sólo «sombras de realidades», y el religioso, para el que esta vida es sólo un «tránsito» hacia la verdaderamente importante.
De El ocaso de los ídolos escribió Nietzsche: «Representa una excepción respecto a todos mis demás libros, porque no hay nada más sustancioso, más independiente, más demoledor y más malvado. Quien quiera hacerse una idea rápida de cómo estaba todo cabeza abajo antes de llegar yo, que empiece por este escrito. Lo que en el título se designa con el nombre de ídolo, no es más que lo que hasta ahora se ha venido llamando verdad. El ocaso de los ídolos significa, pues, que el fin de la vieja verdad está próximo».
La figura de un gigante como Aristóteles (384 a. C. - 322 a. C.) es insoslayable en el pensamiento occidental, tanto en su vertiente filosófica como científica. Ha sido un referente a lo largo de los siglos en un sorprendente número de campos del saber: política, ética, lógica, retórica, biología, meteorología, etc., y en más de un caso fue él quien sentó las bases para el desarrollo de estas disciplinas. Su obra es abundante (entre 139 y 192 tratados) y casi inabarcable en cuanto a contenido. La pregunta no es si el alma existe o no, sino «a qué género pertenece y qué es el alma». A partir de aquí, Aristóteles desarrolla, a lo largo de los tres libros que componen la obra, una teoría nueva y vigorosa acerca del alma alejada de las especulaciones anteriores, aunque no exenta de ambigu¨edades internas.
Butler, una de las pensadoras más audaces y radicales de nuestro tiempo, revisa el estado actual de la soberanía, la resistencia, y otras «acciones concertadas» —término acuñado por Hannah Arendt— en relación con la pertenencia política, en un ensayo que amplía su teoría de la performatividad. A raíz de las recientes protestas populares como las de la plaza Tahrir o los movimientos como el Occupy Wall Street, la autora analiza el sentido de libertad en los distintos espacios —públicos, privados, cerrados y virtuales— y la forma en que las personas pueden llevar a cabo actos políticos más allá de lo puramente retórico… El análisis de la soberanía popular y el asambleísmo público de Butler es incisivo y exigente.
Política, del filósofo griego Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), fue publicada en el año IV a.C. Compuesta por ocho libros, la obra define la figura del Estado, las clases de ciudadanos, de gobierno y de constituciones, así como las desviaciones que pueden surgir de estos. También abarca las revoluciones, sus causas y orígenes, los modelos educativos y los poderes dentro de cada tipo de gobierno, con el objetivo de explorar cuál es el Estado o tipo de gobierno ideal según los fines de cada grupo de hombres. Aristóteles, discípulo de Platón, es considerado uno de los padres de la filosofía occidental y uno de los primeros investigadores científicos. Lo riguroso y sistemático de sus estudios, de los que muchos conservan aún vigencia, le hace uno de los filósofos más importantes en la historia.
Salvador encara esta obra con inquieta curiosidad, claros fundamentos y gran valentía en las preguntas que guían al lector por situaciones y desafíos de estos tiempos, que además son propias de un filósofo contemporáneo. En una época de tantas afirmaciones y máximas no solicitadas, de abundancia de información y escasa reflexión, en la que la tecnología nos hace tanto más libres como más condicionados, este libro nos hace pensar, reflexionar y cuestionar. Interrogantes que son llaves a laberintos, reflexiones como pistas y quien lee, artífice de las conclusiones.
Hannah Arendt, la gran pensadora del siglo XX, es sin duda fundamental para afrontar los desafíos del XXI. Abordó todas las cuestiones clave de su tiempo, desde el antisemitismo hasta el totalitarismo, los orígenes de la democracia, la crisis de la autoridad, los fundamentos de la educación y la estética o el problema del mal en la modernidad. Toda su obra está sintetizada en esta antología esencial e imprescindible.
Los dos conceptos que forman el umbral de la estructura del derecho son la causa y la culpa, aunque no son conceptos jurídicos en sentido estricto, sino que en realidad señalan el punto en el que un determinado acto o hecho entra en la esfera del derecho. Esto es más evidente aún en el concepto de culpa.En las fuentes justinianas, la culpa tiene en principio el significado genérico de imputabilidad e indica que un determinado hecho se remite a la esfera jurídica de una persona que tiene que soportar sus consecuencias. A diferencia del dolo, de la intención fraudulenta, la culpa designa una negligencia en el ejercicio de un comportamiento debido, que puede ser, según los casos, amplio o leve. Cuando la culpa pasa el umbral de lo jurídico indica que cierto comportamiento se vuelve imputable a un sujeto, que se constituye como «culpable».Se trata de un umbral funesto, porque nos lleva a una región donde nuestras acciones y nuestros gestos pierden la inocencia y se someten a una potencia extraña: la «pena». La humanidad todavía debe resolver el enigma de cómo pudo ocurrir esto, cómo pudo una mente humana concebir la idea de que sus acciones podían hacerla culpable: una autoacusación, que parece tan trivial y obvia.
Con una amenidad fuera de lo común, Jean Shinoda Bolen nos muestra cómo los mitos iluminan la psicología. En esta obra, la reconocida analista junguiana trasciende el ámbito individual y se centra tanto en la familia como la sociedad patriarcal. A partir del ciclo de cuatro óperas El Anillo del Nibelungo, de Richard Wagner, la doctora Bolen indaga en los orígenes psicológicos y en la capacidad destructiva de las instituciones autoritarias. Cada uno de los cuatro capítulos centrales del libro gira en torno a una de las óperas de Wagner, que la autora relaciona con un arquetipo psicológico de Jung. De este modo, El anillo del poder nos descubre una verdad profunda sobre nosotros, nuestras relaciones y la sociedad que puede resultar altamente transformadora. Finalmente, Jean Shinoda Bolen esboza el lienzo de una posible sociedad postpatriarcal y la forma cómo cada uno de nosotros puede contribuir a construirla llevando una vida centrada en la autenticidad.
Reseña: «Giorgio Agamben reunió en este volumen una amplia selección de sus ensayos inéditos o dispersos en revistas hoy inhallables. Ordenados en tres secciones distintas -Lenguaje, Historia, Potencia-, los diversos motivos de su pensamiento rondan obstinadamente en torno a un único centro, que el título resume en la fórmula: la potencia del pensamiento. En todos estos textos se revela, de hecho, un experimento en curso en el cual lo que está en juego es, en cada caso, el hombre como ser de potencia, que ninguna tarea histórica y ninguna vocación biológica pueden agotar, y que por eso está irrevocablemente consignado a la felicidad.»