A pesar de que ya han pasado cuarenta años del fin de la dictadura civil militar, sus consecuencias y su presencia siguen pesando mucho sobre un grupo importante de los uruguayos del presente. Este no es un libro más sobre la dictadura civil militar. Trata de los avances de investigaciones doctorales que se han desplegado en articulación, con mucho debate teórico y metodológico. También expresan la riqueza del intercambio con colegas nacionales y extranjeros. Asimismo, esta obra pudo ser realizada teniendo disponibles diversos repositorios documentales, muchos de ellos hasta ahora no trabajados.
«Madres, abuelas, hijos, maridos, esposas de secuestrados, asesinados, desaparecidos, recuperados, reaparecidos: todos están dañados por las dictaduras militares de la región, dice Daniel Gatti, autor de este libro imprescindible, él también hijo y hermano de desaparecidos. En el itinerario del daño que traza, Gatti incluye a los hijos y nietos de los represores, los desobedientes que osan romper el vínculo familiar opresivo y violento y sumar su voz a las denuncias de los horrores. Los testimonios y las historias exhumadas dan cuenta de las similitudes de los dramas —las mismas heridas, los mismos ultrajes, las mismas dudas, las mismas determinaciones— de los damnificados de “uno y otro lado”. Unos y otros —surge inevitable del texto— avanzan juntos hacia la recuperación de la dignidad, componente principal de la identidad.
En Treinta y Tres, el 18 de abril de 1975, en la previa del desfile por la fecha patria, se llevó adelante una sesión de torturas a un grupo de adolescentes detenidos en el cuartel de dicha ciudad. Un oficial había acompañado especialmente al general Gregorio Álvarez para encargarse de la faena. ¿Quiénes eran estos adolescentes detenidos en el cuartel?: Un grupo de jóvenes y niños de Treinta y Tres pertenecientes a la Unión de Juventudes Comunistas, 25 menores de edad. El miércoles 30 de abril de 1975, apareció en los diarios uruguayos un comunicado del Comando General del Ejército, en donde se decía que había sido descubierta la actividad ilegal de estos jóvenes integrantes de UJC. Allí se hacía referencia a un campamento en el que, según decía el comunicado oficial, vivieron en total promiscuidad, los intercambios de parejas fueron moneda corriente y algunas jóvenes realizaron competencias de índole sexual. Para la moral provinciana de la sociedad uruguaya de la época, aquellas denuncias calaron hondo. La dictadura había lanzado a comienzos de abril de 1975 una ofensiva sobre la UJC en Treinta y Tres. El operativo militar, ordenado por el general Gregorio Álvarez, fue fulminante y casi ninguno pudo escapar. Esos adolescentes fueron sometidos a diferentes torturas, como plantón, submarino, picana, quemaduras, colgamiento y golpes de distinto tipo. En este libro —trabajo de investigación que recopila testimonios de aquellos que vivieron en carne propia las torturas, siendo aún adolescentes—, Almada busca esclarecer los hechos, dar voz a las víctimas y demostrar cómo el comunicado fue una estrategia para justificar el que 25 menores de edad estuvieran detenidos en el cuartel del Batallón N.o 10 de Infantería del Ejército en Treinta y Tres. Aquel comunicado intentó excusar el secuestro de niños y adolescentes con una acusación moral más que política. Detrás de la represión y del comunicado estuvieron algunos de los generales y civiles más importantes de la tiranía. Por eso se trató del comunicado más vil de la dictadura.
«Recordar es la condición para poder pensar el futuro», dice Santiago Magni como puerta de entrada al libro, publicado a cincuenta años del comienzo de la dictadura uruguaya. Con esta consigna como eje, el periodista reúne doce testimonios de mujeres y hombres que vivieron sus infancias atravesadas por las violencias del terrorismo de Estado. La prisión, el exilio, la desaparición, la pérdida de derechos y las rupturas familiares son algunos de los temas por los que transitan estos ejercicios de reflexión y memoria que, a su vez, se proponen responder preguntas tan humanas como inquietantes.
Infancias en Dictadura reúne valiosos aportes de investigación en torno a la llamada segunda generación afectada por el terrorismo de Estado en Uruguay. Presenta los diferentes escenarios que han posibilitado la emergencia de las organizaciones HIJOS, Nacidos en Cautiverio político, Memoria en Libertad e Historias Desobedientes, en Uruguay, registrando los vaivenes de las políticas del recuerdo o el olvido, desde la apertura democrática hasta el presente. El libro profundiza en los procesos de las infancias durante la actuación ilegítima y el terrorismo de Estado (1968-1985) y sus organizaciones vinculadas al campo de la memoria y los derechos humanos. Constituye una invitación a conocer sus historias y evocar las propias. A perder el miedo a la complejidad de lo que somos y, desde esa comprensión, contribuir a desarmar los mecanismos de producción y actualización de la impunidad.
1975 fue el “Año de la Orientalidad”. Uruguay vivía bajo dictadura y el gobierno autoritario había decidido desplegar una operación política sin precedentes para conmemorar los ciento cincuenta años de la Cruzada Libertadora, sindicada como origen indiscutido de la vida independiente del país. El fervor patriótico se desató en simultáneo con una ofensiva represiva y la necesidad de definiciones políticas sobre el futuro del régimen: paradas militares, concursos folklóricos, suelta de palomas, arengas nacionalistas, lanzamiento de libros, sellos postales, monedas celebratorias, iniciativas que parecían amplificarse una a partir de la otra. ¿Por qué se produjo esa operación histórica? ¿Cómo releyó el pasado la dictadura? ¿Qué expresó este operativo en términos políticos? ¿Qué papel cumplieron los militares? ¿Y los civiles? Al hacerse estas preguntas, este libro se convierte en una historia de los primeros años de la dictadura uruguaya. Ofrece un examen exhaustivo de sus proyectos de legitimación, de la búsqueda de apoyos y de sus luchas internas y se transforma en un estudio ambicioso sobre la identidad nacional, la memoria histórica y la política autoritaria. Su lectura trasciende la coyuntura de 1975 y del propio país. Fue escrito cuando la “historia reciente” no existía como un campo de estudios y las investigaciones sobre la memoria eran más que incipientes en todo el Cono Sur. Cuando fue publicado por primera vez en 1996, sus autoras eran estudiantes de la carrera de historia de la Universidad de la República. Utilizaron un enfoque y apuntaron una serie de problemas que siguen siendo centrales en la frondosa literatura sobre este período. Plantearon una cuestión que nos sigue convocando: ¿qué estrategias desplegó la dictadura para crear apoyos y sostener lazos sociales que sustituyeran las formas democráticas suprimidas con el golpe de Estado? A casi tres décadas de su primera publicación, este libro nos vuelve a mostrar cómo producen consensos y qué formas de ratificación política usan los regímenes autoritarios.
El título completo del libro es Noticias del golpe de Estado. La toma del poder por los militares en febrero de 1973. "El verdadero golpe de Estado en el Uruguay se produjo el 9 e febrero de 1973, día en que los militares tomaron el poder", afirma el autor en la primera línea de la introducción. Da fe de ello, y su testimonio tiene valor pues fue el periodista a quien el diario El Día confió la cobertura de los hechos ocurridos entre el 8 y el 12 de febrero que significaron la irrupción militar contra el orden constitucional. A sus 19 años, Ricardo J. Lombardo -que luego sería conocido por una intensa actividad política- tenía la curiosidad y frescura para captar cada detalle de lo ocurrido primero en la Casa de Gobierno, y luego en sus guardias periodísticas frente a la residencia oficial de la avenida Suárez y a la base de Boiso Lanza, donde el Presidente de la República Juan María Bordaberry pactó con las Fuerzas Armadas y se pus o al frente de la rebelión. Sus testimonios, que aportan algunas intimidades desconocidos hasta ahora, refuerzan la convicción de que la escalada militar fue alentada por la mayoría de los sectores políticos, y que pocos, muy pocos, se pararon firmes frente a la embestida insurreccional, priorizando la conservación de las instituciones republicano-democráticas. Las revelaciones del autor, su propia investigación realizada con posterioridad y la visión crítica que expone, dan por tierra muchos de los mitos que ha ganado la cultura uruguaya en referencia a estos episodios. Una cabal comprensión de aquellos hechos, llenos de complejidades, matices y debilidades humanas, es fundamental para borrar las líneas divisorias trazadas sobre bases falsas y antojadizas, y que impiden, aún hoy, que la sociedad uruguaya avance sin resquemor.